miércoles, 2 de febrero de 2011

...Todo...

"Mas no hay, pues, sino un Universo para cada quien. No se percibe y entiende lo tangible en orden a la vida pasada ( según la continuidad entre el pasado, el hoy y el porvenir) sino, todo un Universo particular de un ayer vacio, mudo y ausente de esperanza respecto lo próximo, tristemente teñido de realidad por lo que se llama el Ahora, que no es sino la porción que en lo cotidiano se explora de él; esto es, el mundo más cercano en sus expresiones: el bar que frecuentamos, la diaria parada del colectivo, las luces de un barrio desde su puente peatonal.

 Cada quien vive su Universo y lo transforma. Sin embargo todos los Universos están particularmente próximos entre sí, haciendo ello que ciertos planos que se junten, se encimen, superpongan y  fundan al tiempo de la simbiosis, como lo es cuando dos amantes forman un solo ser: de ahí surge y se compone la vida tal cual es. Discutimos un mundo, entonces, “único” qué no es más que una perpetuidad de planos que se enciman generando lo que nos rodea. Es el  yo contra el yo pretendiéndose tejido celular.


 Cada universo -cada orden espacial y temporal- tiene su Apocalipsis. Cuando se llega a él, el huésped desaparece con todo lo que creyó ver alguna vez. El otro, desde su orden espacial y temporal, desde su infinito lugar, observa lo que cree una vida perdida, algo que nunca más será en el Todo, cuando, en fin, lo que ya no es-será, es ese idéntico universo ajeno...”. Se dijo el joven.

 Al levantar la mirada vio un mundo vacio y se entendió, finalmente, solo.