jueves, 5 de noviembre de 2009

El reflejo del mar

 El sonido de las aguas que arremeten contra sí, mece mi espíritu virgen de estos paisajes y erosiona mis temores a la inmensidad, así como las aguas moldean la playa, cargándola de cedimentos y apisonando el arena en sus cercanías, enjugando sus lágrimas pasos mas adelante y amándola con arrebato en sus crecidas nocturnas.

  Un balanceo leve pero notorio, la crispa de dos fuerzas cinéticas que culminan una con la otra, la explosión paróxica y agónica de los sonidos, y la muerte del murmullo en una suave caricia a los pies, me hiela desde el primer contacto de los labios del mar hasta el ultimo beso exuberante de espuma.

  Mis ojos, perdidos tras una gaviota, se extravían de ella en un quiebre entre el cielo y el agua, y regresan descubriendo capas, facetas, y hasta mares distintos dentro de esa única inmensidad. La lineas horizontal que le regala a mis ojos un limbo se en  desgrana un azul perlado, un verde azulado que hasta aparenta ser un prado y un azul casi azabache que se transpone con un verde terroso que transmuta en una ola que muere en mis pies. Desde el horizonte a la orilla hay infinidad de espejos y en ninguno me puedo ver.



 Ahora los ojos persiguen mi pantalón arremangado, cruzan mi torso, bajan, caminan sobre mi mano derecha y se afirman en la arena. Un aire me cubre, llena y vuelve a ubicar en mi lugar: estoy inmóvil, sentado en la gruesa baranda de madera del muelle, con la vista fija en la rampa agrietada que se entierra en el arena y los oídos colmados del sonido de las olas y la brisa, como si todo fuera ajeno y tan solo los elementos, la arena y yo existiesemos en el mundo desde hace ya una hora y exactamente en la misma posición. Fuimos expulsados del dominio el tiempo.


Deja vu. Me levanto y camino sobre un arena cada vez mas firme, viendo como el agua está cada vez mas cerca de mis pies hasta lograr besarlos. Devorarlos. Trepa por mi pantorrilla y el pantalón. El arena es suave en el fondo ( las texturas son embriagadoras). La sal me quema los ojos y la nariz. La presión tapa mis oídos y aplasta mis pulmones. Los pies siguen adelante. Algo roza mi brazo y escapa de mi. El agua me devora. Soy yo quien se escapa ...

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